Por Andrés Rojas Jiménez
Si hay una especialidad del periodismo que muestra cómo la tecnología es capaz de generar un viraje de 180° es justamente la que está a cargo de aquellos comunicadores sociales dedicados a las fuentes de la economía. Todavía hoy se cuenta, como hasta principios de los 90 del siglo pasado, en Venezuela se podía dar “tubazos” –entiéndase primicias- con la cifra de la inflación o de las reservas internacionales. Era casi una tradición ir todos los viernes en la tarde o los principios de mes a la oficina de prensa del Banco Central de Venezuela (BCV) para recibir un boletín impreso en el cual se indicaba cuánto habían subido o bajado las reservas o cuál había sido la variación porcentual del índice de precios al consumidor en el área metropolitana de Caracas.
Ya a finales de esa década, el BCV acabó con el “tubazo”. Casi a diario –a veces con dos o tres días de rezago- comenzó a colocar en su portal de Internet el monto de las reservas, e institucionalizó la difusión de la cifra de inflación por esta vía o la emisión masiva de correos electrónicos a periodistas y analistas. De esa manera, el manejo de estas cifras dejó de ser una exclusividad periodística para convertirse en bien público abierto a toda la ciudadanía.
La evolución tecnológica no sólo ha permitido tener un mayor acceso a datos numéricos, aún en el caso de Venezuela donde el gobierno del presidente Hugo Chávez casi asume como secreto militar la data sobre los indicadores económicos, sino que también ese desarrollo ha propiciado cambios en la forma cómo los periodistas buscan y abordan el hecho noticioso sin que ello implique que no se afronten pocos desafíos.
Un estudio realizado hace tres años por la firma española Demométrica, entre profesionales de la comunicación dedicados a la economía y de negocios en los países de Hispanoamérica, reveló que 94,5% de los encuestados dijo que su principal herramienta de información es el correo electrónico, desplazando las formas tradicionales como el contacto personal con las fuentes –sea conferencia de prensa o entrevista- o la llamada telefónica.
Los portales de Internet aparecen mencionados por la mitad de la muestra, detrás de las anteriores, pero sin que ello implique que cada día la exploración en la red arroje más hallazgos y desplace cualquier intento por meterse en los archivos de las oficinas públicas. De hecho, 64% de los periodistas encuestados admite la utilidad que tienen algunos portales de Internet de organismos públicos o de empresas.
Para el momento del estudio, aún no era común la entrevista periodística por Skype o Messenger; o la declaración a través de Twitter, mensajería de BlackBerry o mediante un SMS desde cualquier teléfono celular. La situación llegó a un punto que un periodista venezolano introdujo su queja ante la gerencia y el sindicato del diario donde trabajaba cuando se ordenó la eliminación del programa de Messenger de la computadora que tenía en su puesto de trabajo. “Yo chateo con el ministro y por allí lo entrevisto o verifico cualquier dato relacionada con su ministerio”, dijo el comunicador. A él sólo le bastaba un zumbido en la mensajería de Hotmail para preguntarle algo al funcionario, o viceversa si el ministro quería hablar o hacer una aclaratoria.
También se cuentan los casos de reporteras que “levantan” información a punta de mensajitos de texto que llegan a sus teléfonos móviles o cada vez que reciben un PING en sus BB. Sus fuentes le dieron sus números celulares o su pin de BlackBerry para declarar públicamente o explicar off the record sobre lo que ocurre en materia de bonos, acciones y todo lo vinculado al mundo bancario, bursátil o sobre los cambios que rigen la política cambiaria, fiscal y petrolera del país. Literalmente ellas “no patean la calle” ni sudan, permanecen impolutas todo el día, casi que son una versión criolla de Sex & The City. Miran de soslayo, lo que contrasta con el cansancio, las gotas que rodaron y los zapatos que gastaron sus colegas de otras épocas.
Paradójicamente el estudio de Demométrica también reveló que los periodistas hispanomericanos, mayoritaria e independientemente de la edad, dijeron que les gustaría obtener la información mediante el contacto personal con la fuente, bien sea una entrevista o una conferencia de prensa. La llamada telefónica sigue siendo una opción, pero nunca la más preferida. La investigación reveló un profundo desprecio hacia las notas de prensa que diariamente llegan en decenas al buzón de sus correos electrónicos.
El conocido periodista francés Jean Fracois Fogel aseguró que el despliegue de estas redes, hablando principalmente de Internet, “abraza por completo nuestro planeta; no deja vacíos”, y como a muchos -como ocurrió con los periodistas económicos- les cambió hasta su forma de abordar la noticia, su vista y hasta su estado hormonal. Ya ni sudan. Eso no quita que el avance tecnológico, en algunos, le generó algo de nostalgia.
Excelente articulo de Andres. Sin duda el desafio es mayor cuando la calidad de la "fuente" que usa las redes sociales nunca es posible de garantizar en terminos de identidad y transparencia en su actuacion, abriendo la posibilidad a un nuevo tipo de "terrorismo" que impacta la reputacion de una fuente y la confianza en los profesionales de la comunicacion.
ResponderEliminarEnvio un fuerte abrazo a mi amigo Andres a quien siempre extrañaremos en nuestra firma y para quien siempre estaran abiertas nuestras puertas.
Italo Pizzolante
Como periodista que pateó calle, sudó y estuvo lejos de llegar a la redacción impoluta como Sarah Parker, (¡aunque cómo me encantaría tener en el closet sus zapatos de Manolo Blanick y Jimmy Choo!) reivindico el contacto personal con las fuentes. Mas de una vez una expresión, un gesto o una risa contenida dice más que una declaración. A través de los recursos que ofrece la tecnología siempre nos dirán lo conveniente y no lo verdadero. Eso sin contar con la poca credibilidad que en Venezuela han adquirido las publicaciones oficiales, de las cuales hay que dudar siempre, ante la imposibilidad de diferenciar la realidad de la ficción "socialista". Reportear por Internet y sus similares debe ser un complemento, no la regla.
ResponderEliminarAlba Sánchez
Al igual que AS creo que el contacto directo, person-to-person, con la fuente es lo ideal y la opción que debería privar; aunque cuando se produce una información en horas cercanas al cierre de la edición, por ejemplo, o a mitad de guardia surge un dato que cambia la noticia en las que estás trabajando se hace imperativo recurrir a las nuevas tecnologías para conseguir esa información, y resulta una batalla tan bien librada (muchas veces una salvación) como haber pasado horas en un plantón para una entrevista o haber pateado calle toda la mañana en busca de la noticia.
ResponderEliminarotra opción es tener en la gaveta del escritorio un estuchito con artículos de aseo personal para acicalarse al llegar a la redacción, y un par de zapatos bien pulidos.
Ingrid Orjuela
Estoy absolutamente convencida de la importancia del "face to face" cuando de buscar información se trata. Ser testigo presencial de los hechos noticiosos con todos sus detalles, tener la oportunidad de repreguntar, de interpretar un gesto, de escuchar lo que una fuente habló por teléfono, lo que le dijo su secretaria, ver quién le hace antesala en su oficina, y hasta tener la oportunidad de "robar" uno que otro documento, son elementos que con toda seguridad el lector agradecerá y que no puede ser sustituido por tecnología alguna. Que Viva el periodismo a punta de "patear la calle" y que la tecnología sólo sea un complemento más!!!
ResponderEliminarOmaira
Nada convence más que un gesto de la persona entrevistada.
ResponderEliminarSi se pasa la mano por la cabeza es señal de que miente. Si sonríe picaramente es porque teme. Esas y otras enseñanzas sólo es posible cuando se entrevista person-person a un funcionario o personalidad. La tecnología evita ese contacto y permite, como bien lo señala Alba Sánchez, que alguien se pase la mano por la cabeza. En fin, se impone la frase perfecta; la mentira ideal.
Por eso, abogo por ir a las fuentes, sin desprediciar un contacto interactivo en momentos de cochino, en una cola o por alguna circunstancia que impida hablar y ver a la cara al entrevistado, a la fuente.
Lo otro sería confiar en los voceros, aunque en el mundo político, siempre priva el interés partidista y los zancadillas con lo cual se corre el riesgo de ser sujeto útil para acabar con un adversario interno. La cosa, como leen, requiere de inteligencia, suspicacias, cosas que no dan la técnica. Sólo hay que aprender a usarla a ella, a la tecnología, y no al revés.